Devocionales

Oración y Obediencia


«Señor, entiendo que tú no estás limitado a mis horarios, ni a mis estructuras. Perdona mi osadía de creer que puedo definir la forma y el momento en que tú intervendrás en mi vida. Quiero transitar por la vida con el corazón siempre atento a tu mover. Te manifiesto mi disposición a ser sorprendido, aun cuando tu mover me pueda desorientar. La verdad es que no quiero perderme nada porque entiendo que mi llamado siempre es a unirme a lo que tú ya estás haciendo». Christopher Shaw

No nos deja de sorprender la forma en que las cosas de Dios nos llegan. Pero hagamos una parada y veamos por un momento nuestro caminar. Reflexionemos sobre nuestra propia manera de manejarnos en la vida.
La realidad es una. La forma en que Dios muchas veces se trata de comunicar con nosotros pasa de manera desapercibida; por una simple razón, no estamos en conexión con Dios como debiéramos estar. Perdemos de vista nuestro compromiso y decimos caminar la vida de una forma común. Aun cuando ya no lo somos, somos portadores del espíritu de Dios y eso no eso nos hace especial y nos transforma.
Esta transformación debe ser permanente. La presencia de Dios sobre nosotros no está limitada a los domingos o cualquier otra actividad de la Iglesia. Es una relación, es una comunión, es un ir y un venir, un llegada sin partida, una estancia permanente en su amor. El cual nos llega por medio del hijo. Romanos 5:8-9 “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. 9 Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.
Mediante la oración le pedimos al Señor que nos llene de él. Que ande con nosotros y su espíritu nos proteja siempre. La regeneración del hombre viene de la voluntad de Dios. De esa generosidad del Altísimo para con nosotros. La cual se produce mediante el primer fruto del arrepentimiento. El perdón. Este produce Paz para con Dios, con los hombres y con nosotros mismos. Pero pongamos paz desde un punto de vista bíblico. Filipenses 4:7 “Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardara vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” Vivir en paz con Dios y con los hombres y con nosotros mismos, es una forma de vida. Donde debemos de vivir la intensidad de una relación con Dios a cada momento. Su paz sobrepasa todo entendimiento.
Dios nos ha dado las herramientas para que nos comuniquemos con el directamente. ¿Por qué no hacerlo? Mediante a la oración, podemos sentir su espíritu, su presencia y podemos escuchar su mensaje si estamos atentos a escuchar su voz hablando a nuestros corazones. Aun cuando su mensaje nos desoriente por momentos.
Nuestro Dios es tan maravilloso, que presta atención a nuestras oraciones individualmente. Nos deja saber que escucha, y que no nos va a dejar solos por fuerte que sean las pruebas. Dejemos que el poder de la oración haga su trabajo. Meditar en soledad y hablar con él, en momentos donde la injusticia de este mundo se hace presente. Nos reafirma que su justicia es la única que importa. Su misericordia reconforta al afligido, levanta el corazón, lava los sentimientos y limpio los pensamientos.
Nuestro Dios es puro y grande, amable y fuerte, sutil y certero. Un Dios que conforta y reprende, organiza y limpia. Un Dios que ama, que escucha y actúa. Un Dios todopoderoso, para el cual nada es imposible. En mismo que le dio un hijo a Elisabeth y a Zacarías. El mismo que saco a Israel de Egipto, El mismo que dio su único hijo para salvar al mundo. Dios Padre, Dios Hijo y Espíritu Santo. Para cual es todo la gloria por lo siglos de siglos.
Este mismo Dios es el mismo que a diario nos trata de mostrar el camino que debemos caminar. Que solo pide que lleguemos a él humildes de corazón. Y mientras más cerca estemos de él, comprenderemos mejor su manera de trabajar. Es por esta razón que la oración debería ser un vehículo a través del cual lleguemos a nuestro Dios. Y le hablemos de nuestros problemas y nuestras faltas como seres humanos. Que somos personas llenas de él, pero con muchos defectos. Nuestro caminar debería ser, el de un sembrador. Que camine la tierra sembrando la semilla de nuestro padre. La misma que ya está floreciendo y dando frutos en nosotros.
Que nuestros sacrificios no se detengan en la puerta de nuestra iglesia. Que nuestro andar inspire confianza y amor. Y que podamos transmitir esa Paz que nos llega con el perdón de nuestros pecados; el momento que decimos aceptar a Cristo Jesús como nuestro único salvador. Que nuestras Oraciones sean nuestro vehículo para hablar con Dios, y que siempre lo usemos. Si Dios nos habla es porque de antemano sabe que tenemos las condiciones para obedecerle. Muchas veces el conocimiento en la palabra no tiene que ser tan profundo. Lucas 2:12 “Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.”
El mensaje a los pastores fue sencillo, eran personas ordinarias, sin conocimiento de la palabra de Dios. Pero ellos fueron obedientes. Lucas 2:15 “Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado.” Sin preguntas y sin duda alguna, ellos llegaron hasta Belén y vieron lo que se les había anunciado y más aun dieron testimonio de esto. Su vida cambio, no eran los mismos pasaron a ser llevadores del mensaje de Dios. Misioneros…que después de haber oído y visto las cosas de Dios. Lo alabaron y glorificaron. Lucas 2:20 “Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.”

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