No existía un espacio que no tuviera su presencia,
No había un momento que no llegara su perfume,
No había un recuerdo que no tuviera su nombre,
Y aun así por momentos desaparecía de ante mí.
No tenía sentido el día sin sus palabras,
Y mis pasos no eran mis pasos sin sus andadas,
Porque ella solía recorrer los espacios
Solitarios que encontraba en mi cuerpo,
Sin poner medidas dibuja sus caricias
Sobre ese espacio color canela de mi naturaleza.
Solía dejar sus ojos de la luna, en menguante posición,
Mientras su piel destilaba sudor caliente…y salado
Sus gemidos se repetían como eco,
Que rompen el silencio y retornan vacio.
Solía Caminar los bordes de su cuerpo con mis dedos.
Y cada segundo que pasaba escuchaba…una y otra vez
El susurro de su voz…llamando mi nombre a baja voz
Me descubría los ojos y tocaba mis labios
Su boca se perdía en la mía en un vaivén de besos
El silencio desparecía y se detenía el tiempo…
Y nueva vez dejaba llover su cuerpo sobre mí
Como torrente de agua que descendía del cielo
Mi boca abierta escalaba las montanas de sus pechos…
Perdiéndome en el horizonte de su estrella,
Mientras la noche daba a luz una madrugada bella…
Por eso aún conservo este pañuelo,
Con el cual solía amararse el pelo,
El cual conserva su perfume y mi consuelo,
Espero llegue el olvido esto le pido al cielo.