Devocionales

Un día difícil

por: Juan P. Noboa
Job 31:29-34
29 »¿Acaso me he alegrado de la ruina de mi enemigo? ¿Acaso he celebrado su desgracia?  30 ¡Jamás he permitido que mi boca peque pidiendo que le vaya mal!  31 ¿Quién bajo mi techo no sació su hambre con los manjares de mi mesa?  32 Jamás mis puertas se cerraron al viajero; jamás un extraño pasó la noche en la calle.  33 Jamás he ocultado mi pecado,  como el común de la gente,[c] ni he mantenido mi culpa en secreto.  34 por miedo al qué dirán.   Jamás me he quedado en silencio y encerrado  por miedo al desprecio de mis parientes.
Nuestra emociones suelen afloran mas intensamente cuando atravesamos por situaciones difíciles y momentos fuertes. El nivel de sensibilidad sube y te deja una vulnerabilidad abierta.  Alguien me dijo en una conversación que solemos ser muy sensibles mas de lo común en ocasiones. A decir verdad lo que es real no se puede negar.
La diferencia esta en la fuerza sobre la cual descansamos. Cuando el hombre decide apoyarse sobre si mismo. Esto se convierte en una receta para el desastre que tarde o temprano dará sus resultados.  La realidad es que no somos infalibles a los ataques. Y mucho menos si permanecemos en la línea de fuego. Ya sea por motivo propio o porque otros te lleven allí para que seas tiro al blanco.  Sea cual sea el motivo solo Dios puede cubrirte con su manto y sanar las heridas. Lo demás no tiene importancia. Pero esto solo ocurre cuando reconoces que dependes de El.
Job, sufrió devastantes embates del enemigo y pensó que toda su vida había prevalecido por sus propias fuerzas. La realidad es que no se dio cuenta que su orgullo lo llevo al fracaso. Aunque su restauración fue mayor que su caída. Nos deja una gran enseñanza. La de no engrandecer nuestros nombres en estos espacios pasajeros que nos brinda Dios y que le llamamos vida. 

Job después de una larga defensa ante sus tres amigos los cuales no pudieron hacerle reconocer su pecado. Termina reconociendo que no conocía a Dios. Que solo había escuchado hablar de El. Job 42:5-6  “He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven.  6 Por eso me retracto, y me arrepiento en polvo y ceniza. Y es donde culmina su orgullo y lo deja morir. No tenemos que esperar que lleguen estos momentos a nuestras vidas. Para dejar caer toda altivez ante Dios. El hombre siempre tendrá motivos para juzgarte pero tu corazón debe de estar acorde con Dios. Nada somos y todo lo queremos, del polvo hemos salido y allí regresaremos. 

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